esperanza

Andaba esta mañana, sobre las ocho y media, despaciosamente hacia mis asuntos, leyendo el periódico, cuando justo al lado de un colegio y cruzando un semáforo he visto venir a dos niños negros, niño y niña hermanos ellos, bellos, guapos, hermosos, risueños, alegres, de paso grácil, mirada clara y con un bello pelo ensortijado peinado a lo afro. Ella, la mayor, tendría como unos diez años, el hermano de unos siete, iban de la mano, solos, confiados, elásticos y leves, ya llegaban a su colegio. Ha sido un chispazo de vida, de optimismo el que me ha llegado de repente; luego en mi camino pensaba en que, quizá, esos niños el día de mañana serán profesores en el mismo colegio donde ahora estudian, o médicos, o vaya a usted a saber qué les deparará el futuro, pero serán tan españoles, quizás ya lo sean, como pueda ser mi sobrina o los hijos y nietos de mis amigos. Y eso me ha reconfortado, el que seamos, poco a poco, una sociedad más abierta y cosmopolita. Rumiando, he pensado que me gustaría tener unos nietos así, tan alegres y bellos; y digo nietos y no hijos porque uno ya no tiene, ¡ay!, el horno para esa cochura ni dientes para esa huesura, que dijo el Cano.

En mi camino despacioso y meditabundo he llegado hasta las cercanías de otro colegio y los cielos me han deparado la segunda belleza del día: he adelantado a una señora y al niño que de su mano iba, a los que apenas he entrevisto, y he oído a mi espalda que el niño le recitaba a la madre ¡la tabla del cero!: cero por uno es cero, cero por dos es cero, cero por tres es cero…… El niñito sería como de unos siete años y le iba dando la brasa del cero a su mamá y como uno es un cogitador sin redención posible me he pensado que lo que el niñito decía como  cosa baladí no lo  es en absoluto  y  han hecho falta  siglos y siglos de civilización para llegar al cero, al elemento nulo y que no es tan antiguo el invento. El cero a cualquier cosa que toca la anula, pero colocado según como multiplica la base en la que se trabaje por si misma. Si supiera el aritmético en ciernes en que honduras me ha dejado………

Quería ilustrar esta entrada con una foto de unos bellos niños negros sonrientes y gráciles pero al escribir en Google “fotos de niños negros” me ha dado un yuyu y he pensado que las ciento treinta y dos mil alarmas antipedarastia se han disparado por el mundo adelante y , claro, lo he dejado. Así que si me veis en Zuera subidme bocadillo de choped y en sus adentros el limatón del quince.